Parecía imposible imaginar que Maggie volvería a caminar cuando la vimos por primera vez, tan deshidratada y sucia, abandonada a su suerte junto a un contenedor, incapaz de mover las piernas. La prioridad era conocer su nivel de criticidad, y por suerte, ningún órgano básico estaba dañado, lamentablemente nuestros temores eran ciertos y sus dos patas estaban fracturadas. Fue operada de urgencia, y para ello nos fabricaron a medida las placas que irían atornilladas a los huesos. Dada la complejidad de las intervenciones, era aconsejable realizarlas mediante dos sesiones.
Con unas sorprendentes ganas de vivir, casi como sabiendo que le habían dado una segunda oportunidad, Maggie se levantó al día siguiente, llenándonos a todos de alegría por su pronta recuperación y actitud noble en las curas y tratamientos durante su hospitalización.